Mucho se ha hablado estos días en las calles laguneras y las redes sociales de la tala feroz de cuarenta y cuatro árboles sanos en la calle Concepción Salazar. Estamos ante un nuevo arboricidio. Y digo nuevo porque los laguneros saben que no es un caso aislado, sino que se suma a la larga lista de atentados contra los árboles de la ciudad. Me viene a la memoria ese mal extraño que de repente enfermó a todos y cada uno de los árboles que rodeaban la plaza del Cristo. Una enfermedad que se descubrió meses antes del comienzo de las obras de construcción de un gigantesco aparcamiento bajo la plaza. ¡Qué casualidad! También recuerdo la tala de árboles asintomáticos en la plaza de la Milagrosa para fabricar otro garaje subterráneo. Años más tarde, se intentaron cortar árboles en la plaza de la Catedral. Pero las manifestaciones ciudadanas y los informes contrarios de la Universidad de La Laguna impidieron la matanza. Incluso, se proyectó talar los árboles de la plaza del Adelantado para hacer otro posible garaje bajo tierra.
No nos confundamos. Responsables de estos arboricidios son todos los partidos políticos que han gobernado La Laguna desde 1991 hasta hoy. Hablo de partidos de izquierda y derecha, partidos nacionalistas y no nacionalistas, partidos gobernando en coalición y en solitario. El mensaje es claro: el árbol molesta.
En sus tiempos en la oposición, varios de los políticos que hoy gobiernan criticaron los arboricidios. Ahora, desde el poder, los defienden. Hablan de la urgente necesidad en esa calle de poner una red de aguas pluviales, como si esa red no se pudiese construir por el centro de la calzada (como se hizo en las calles peatonalizadas del centro histórico), en vez de canalizar por los lados donde ya están los árboles. Además, no se dice que los árboles estaban ahí antes que la mayoría de las casas, no se dice que los dueños pegaron sus muros a los troncos aún en crecimiento y no se dice que el mal diseño de las aceras y los alcorques insuficientes favorecieron que las raíces acabasen levantando las aceras. En cambio, argumentos infantiles se usan para justificar lo injustificable: la gran matanza de árboles.
Por desgracia, lo mismo que pasa con los árboles ocurre con el patrimonio del centro histórico de La Laguna. De este patrimonicidio son también culpables todos los partidos gobernantes desde 1999, cuando la Unesco, hace ya veintiún años, declaró a La Laguna Patrimonio de la Humanidad. También, cuando estaban en la oposición, varios miembros de la actual corporación pidieron públicamente la eliminación del Plan Especial de Protección (PEP), que desde 2005 se usa para gestionar el centro histórico. Pero hoy, con argumentos igual de infantiles, lo defienden. Intentan convertir el PEP (o sea, un documento técnico) en una ley, cuando ese PEP está subordinado a lo que dictan las leyes canaria y española de patrimonio. Unas leyes que el uso del PEP viola constantemente desde 2005.
Ese PEP es el que “legalizaba” el intento de arboricidio y patrimonicidio en la plaza de la Catedral. Como ya se sabe, ese PEP es el mismo que la exalcadesa Oramas supuestamente manipuló para dar uso comercial a una finca familiar valorada en cuatro millones de euros. Ese PEP, que ha permitido la recalificación delictuosa de terrenos en el centro histórico, es el que se sigue usando para suprimir zonas verdes (árboles incluidos) dentro de parcelas históricas del siglo XVI, como en la calle Manuel de Ossuna, número 44. Allí, incumpliendo las directrices de la Unesco y las leyes canaria y nacional de patrimonio, se pretende levantar un edificio de apartamentos. Otro se construirá en la calle Anchieta, en la cancha deportiva donde centenares de laguneros jugaron durante décadas. Y así, eliminando zonas verdes y deportivas, La Laguna acabará convertida en una ciudad del color del cemento. La triste realidad es que siguen los arboricidios y patrimonicidios en La Laguna. Los árboles necesitan que se los respete. Hay que eliminar de una vez por todas las talas masivas y acabar con esa moda nefasta de las podas agresivas que debilitan y enferman a los árboles. Para el patrimonio lagunero, la solución pasa por crear un patronato autónomo y apolítico, como el que gestiona, por ejemplo, la Alhambra de Granada. Solo así se acabará la matanza.
Fotografías: Álvaro Santana Acuña.
Artículo publicado el 6 de diciembre de 2020 en El Periódico de Canarias, Gomera Verde, La Casa de mi Tía, Rincones del Atlántico, La Laguna Ahora, Tamaimos.
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